lunes, 25 de junio de 2012

Raíces doctrinarias del Justicialismo




La lectura de un artículo del filósofo Silvio Maresca, nos motivó a publicar este breve comentario. No cabe duda que una frase de Perón citada por el autor mencionado[1], se inspira en la Carta Apostólica de Pablo VI, Octogesima adveniens[2]. Esto no es algo meramente casual, sino que responde a una coincidencia de fondo entre el Justicialismo como doctrina política, y el cristianismo.

En el documento que se considera como el testamento político del general Perón, el Modelo Argentino para el proyecto nacional, presentado oficialmente ante la Asamblea Legislativa el 1 de mayo de 1974, se encuentran varias definiciones que muestran con claridad lo afirmado anteriormente y que conviene recordar:

-Existe una cabal coincidencia entre nuestra concepción del hombre y del mundo, nuestra interpretación de la justicia social y los principios esenciales de la Iglesia.

-Un hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, realizando su existencia como sujeto histórico que desempeña en el mundo una mística espiritual entre los seres de la Creación.

-En este sentido, no sólo los principios filosóficos guardan plena coherencia; la Iglesia y el Justicialismo instauran una misma ética, fundamento de una moral común, y una idéntica prédica por la paz y el amor entre los hombres”.

-No pretendo evaluar integralmente la concepción de la Iglesia a los propósitos de un modelo temporal como es el Modelo Argentino. Pero estoy seguro, eso sí, que el llamamiento de las cartas encíclicas, las constituciones pastorales y las cartas apostólicas –particularmente las más recientes- constituyen para nosotros un aporte claro y profundo. Pienso que, en este terreno, el Modelo Argentino sólo necesita que ese mensaje sea adoptado eficientemente.
Presento un Modelo Nacional, Social y Cristiano.

-La ruta que debemos recorrer activamente es la misma que definen las Escrituras: un camino de fe, de amor y de justicia, para un hombre argentino cada vez más sediento de verdad.[3]

Los conceptos transcriptos guardan coherencia con lo que un cuarto de siglo antes, Perón había expuesto en la Doctrina Peronista:

-El cristianismo, que constituyó la primera gran revolución, la primera liberación humana, podría rectificar felizmente las concepciones griegas, pero esa rectificación se parecería mejor a una aportación.
Enriqueció la personalidad del hombre e hizo de la libertad, teórica y limitada hasta entonces, una posibilidad universal (…).
Lo que le faltó a Grecia para la definición perfecta de la comunidad y del Estado fue, precisamente, lo aportado por el Cristianismo: su hombre vertical, eterno, imagen de Dios”.[4]

En un momento de crisis profunda de la sociedad argentina, 43 ciudadanos destacados de la cultura y de la política –Grupo Consensos-, firmaron un manifiesto[5], en el que destacan que, al margen de preferencias partidistas, el núcleo básico de la doctrina política del justicialismo puede ser compartida hoy por muchos, y contribuir al esclarecimiento de los dirigentes, sin desconocer los errores y desviaciones ideológicas de quienes han pretendido aplicar dicha doctrina en el pasado. 
Precisamente, en la actualidad asistimos a una profunda embestida cultural que pretende destruir desde el gobierno nacional, las mismas bases de la nación argentina, en abierta contradicción con los principios del justicialismo.

Boletín Acción, Nº 145, 26-6-12


[1] “La apelación a la utopía es, con frecuencia, un cómodo pretexto cuando se quiere rehuir las tareas concretas y refugiarse en un mundo imaginario; vivir en un futuro hipotético significa deponer las responsabilidades inmediatas.”: Modelo argentino para el proyecto nacional; citado por Silvio Maresca, “Incursiones intempestivas políticamente incorrectas”, en revista Consensos, Nº 2, junio 2012, p. 68.
[2] “La apelación a la utopia es con frecuencia un cómodo pretexto para quien desea rehuir las tareas concretas refungiándose en un mundo imaginario. Vivir en un futuro hipotético es una coartada fácil para deponer responsabilidades inmediatas”; Octogesima adveniens, 1971, p. 37.
[3] Op. cit., pp. 135 y 136.
[4] Perón, Juan Domingo. Doctrina Peronista; Buenos Aires, Ediciones Macacha Guemes, 1973, p. 67.
[5] Grupo Consensos. Hacia la comunidad organizada del siglo XXI, 2012.